jueves, 11 de septiembre de 2014

De cómo una mamá necesito meditar.

Cuando escuchaba o leía sobre la meditación, imaginaba que era una actividad exclusiva para personas tipo monjes, los cuales dedicaban su vida al descubrimiento de su Buda interno. ¿Cómo yo (una mujer normal) podía dejar mi mente en blanco y conectarme con la divinidad en un éxtasis con luces y viajes astrales? Esa era mi idea de meditar.



Poco a poco, fui haciéndome otra idea, leyendo más y escuchando otras experiencias. Quizás meditar, si era para todos, incluyéndome. Aunque seguía con mis prejuicios. Pensaba, seguramente tarde o temprano será necesario internarme en un monasterio o algo parecido para poder meditar. Con todo respeto a las personas que hagan practicas parecidas, particularmente, no tenía mucho interés por ello.  Sin embargo, los beneficios que supuestamente tenia meditar, esos sí que me interesaban. Mayor concentración, darle descanso a mi mente y tener un minuto de paz, eran promesas difíciles de ignorar. Sobre todo, cuando comenzó a despertar mi conciencia, resultado de un trabajo interno que la vida me empujo a hacer, además un hijo de 11, una bebita recién nacida y un emprendimiento por iniciar. Mi mente pedía  ayuda, a gritos.

Para no hacer el cuento largo, comencé a intentarlo. Me senté a meditar. Y...
No se me calmaba nada... pensaba y pensaba y pensaba.  "No sirvo para esto" -me decía.

Mí mente no para, seguro que las de los demás si... pero la mía no...

A parte me duele todo... esta posición es incomoda... ¿no será que lo puedo hacer acostada? ...

Me dormí ... 

Mi necesidad me hizo seguir intentándolo. 

Una técnica, la otra, sola, en grupo. Encontré una para mí.

Cinco minutos, media hora, una hora, cinco minutos de nuevo. Lo importante es hacerlo cada día.

Sentada, en el carro, comiendo, en la ducha, en la cola del super, en la del banco. Lo importante es hacerlo.

Cada día, más cómoda. Cada día realmente más tranquila.  Paz. Un poco cada día más. 

Hoy les puedo decir, no importa cómo. Si lo investigan, practican y perseveran. Sé que conseguirán cosechar los frutos de la meditación. Depende de cada uno.  

Y sí ... es para todos incluso para ...

... Una mamá como yo.


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