miércoles, 10 de septiembre de 2014

¡Corro por mi vida!

Hace dos años y cuatro meses me convertí en mamá.  Ha sido toda una aventura colorida de experiencias que emocional y psicológicamente me han llevado a lugares de mí ser que no conocía. He crecido en muchos sentidos, y ese crecimiento para mí ha sido una especie de  baúl lleno de regalos.

Jamás  imagine (mucho menos con las notas en Educación Física acumuladas entre primaria y secundaria) que uno de los regalos sería encontrarme de frente con una pasión: ¡Correr! Correr ha sido un camino para encontrarme, para hacerme cargo de mi estima y autoconfianza que crecen con cada kilometro alcanzado. Ha sido mi mejor terapia de la risa, mi mejor "solucionador de problemas", el mejor medio para escucharme a mí y a mi cuerpo y en consecuencia darme lo que realmente necesito. Correr me equilibra, me da sentido, cuando corro me pregunto dos cosas ¿por qué corres? Y la respuesta es porque ¡soy feliz cuando corro! ¿Para qué corres? ¡Para vencer mis miedos!

Esta pasión esta recién descubierta, por mi cabeza pasaban muchas razones por la cual una madre de una niña pequeña no tenía ni tiempo ni fuerzas para dedicarse a alguna actividad física. Y por Gracia Divina, en mi paseo por las redes sociales, encontré una cuenta que animaba a las mamas (@mamasrunners) a ejercitarse con sus hijos, bien sea en coche o en kanguro. Pues bien, un buen día, invite a mi hija a una caminata, ella en su coche y yo la llevaría a una ¡aventura de búsqueda de perros, pájaros, iguanas y flores! A ella le encantó y  desde ese entonces ella es mi compañera de kilómetros que terminan en una rutina de sentadillas y juegos que disfruta un montón.


También entendí que cualquier momento, era bueno para salir a correr o caminar sin coche. Solo era necesario amarrarme los cordones, asegurarme de que alguien cuidara a Samantha por un rato y como ella dice, en sus marcas, listos, fueraaa!!! Y en cada pisada, en cada  respiración, tener una cita a solas conmigo, con el cielo y entregar todas mis dolencias y angustias. Toda mamá necesita su tiempo para ella, toda mamá necesita una válvula de escape para drenar la presión  y el cansancio.  Qué maravilloso es cuando esa válvula, resulta ser una pasión que te revitaliza, te da vida, te renueva.

Hace poco participe en mi primer reto, 5k. Mi meta era cruzar la meta, sentir lo que se siente en un ambiente donde se comparte una pasión. ¡La experiencia fue simplemente conmovedora! Desde el día que me inscribí, cuando retire mi kit, cuando le pegue mi numero a la franela (1603, número que jamás olvidaré), el dejar todo listo la noche anterior, un gozo invadía mi cuerpo, una sensación tan parecida a cuando nació mi hija…

Es que yo sentía que algo en mí, revivía  y explotaba con fuegos artificiales. Y cuando cruce la meta… miré al cielo agradecida con Dios por permitirme contar con todo mi ser para correr y me agradecía por darme la oportunidad de correr con compromiso, con fe, con entusiasmo y confianza. 

En definitiva, correr es para mí el encuentro conmigo, con el Creador, con la paz y felicidad que habitan. Yo, "corro por mi vida"


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