lunes, 21 de julio de 2014

Es el vivo retrato de su padre … ( o de su madre).




¿Cuántas veces hemos dicho y oído esa frase que titula este articulo?... ¡Muchas!

Es que hay una verdad que cada día compruebo en la medida que mi hija crece. Los niños son nuestro reflejo. Ellos reflejan nuestras luces y sombras. Se convierten en el reloj despertador de nuestra consciencia como individuos, muchas veces los vemos hacer cosas que nos agradan, enorgullecen y otras no tanto. He allí el reflejo de un espejo casi mágico que nos permite ver nuestros niveles de tolerancia, frustración y también aquello que nos da vida.

He tenido días, donde me “arde el alma”, siento rabia, frustración y desesperación, sentimientos que trato de dejar a un lado para brindarle una mejor cara a mi hija. Resulta, que en esos días, mi hija se encarga de hacer por mí lo que yo no puedo (y quisiera) hacer: gritar, patalear, decirle no a todo, llorar y llorar. Por un instante me digo, ¡oh no, lo que me faltaba para completar mi malestar! Y luego en una pausa observante, termino dando gracias a ella, por hacer por mí lo que mi rigidez de adulta no me permite, armar mi propio berrinche. Ella refleja fielmente lo que llevo por dentro, así no se lo diga o demuestre … es mi vivo retrato. Comprender sus expresiones me lleva conscientemente a comprender mis sentimientos y junto a ellas canalizarlos, pintando, bailando, tomando un baño … de la mano, volvemos a nuestro centro y terminamos el día tan felices como deseamos.

Ante esto, siento que todos los días, especialmente, en esos días donde las cosas se ponen “difíciles” sería oportuno preguntarnos ¿qué clase de padre/madre quiero ser? ¿Cómo quiero que mi hijo me recuerde?. Nuestros hijos viene “0km”, sin estigmas, heridas, traumas, vienen clariiisimos en lo que es vivir a plenitud. Sería maravilloso respetar su inocencia, criando hijos que de adultos no tengan que recuperarse de sus infancias, criando hijos que cuando sean adultos, las adicciones, la violencia y la depresión no formen parte de su vida. Sería maravilloso criar adultos empáticos y amables, que abonen mas bondad a este mundo, que parece andar al revés.

Y pensando en el título de este articulo, yo deseo que mi hija, sea el vivo retrato de ella misma…que sea el reflejo de su propia alma. Me corresponde amarla con profundo respeto, y también con una profunda consciencia del individuo que soy para que desde mi humanidad, pueda brindarle lo mejor de mi, especialmente dulces besos y ricos abrazos.

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